Somos un país avanzado, por lo menos eso dicen las estadísticas, que nos asignan en los periodos optimistas en la cercanía a los países mas desarrollados, pero basta rascar un poquito en los valores para que nos planteemos si verdaderamente somos un país puntero.
Uno de los problemas, según un reciente informe de la Escuela de Negocios ESADE, que nos diferencia del entorno es que somos uno de los países mas avanzados en la temporalidad de nuestros trabajadores logrando que una cuarta parte de los contratos temporales de Europa se concentren es España. Este mal dato se convierte pésimo cuando queremos igualarnos al resto de Europa en otros aspectos. En que cabeza cabe que exista una comparación entre la estabilidad laboral que tiene un trabajador de la Unión Europea y un trabajador de España. En la sociedad actual se oyen planteamientos, sobre que el coste del despido es muy superior a países de nuestro entorno pero no se menciona para nada que la duración de los contratos no es equiparable. Resulta que se plantea una reducción de la indemnización que se le concede al trabajador por un despido injustificado pero no se realiza un seguimiento de porqué en España existe una alta temporalidad de los contratos, sin derecho a indemnización a su finalización y eso si, con sus preceptivos periodos de prueba, es decir, de que me sirve a mi que me indemnicen con cuarenta días por año trabajado si mis contratos van a ser una consecución de mini-contratos trimestrales.
Esta alta rotación en la contratación se agrava si en el mismo estudio nos indican que España representa tan solo el 10% de contratos en la U.E. y si encima esta temporalidad se centra en los trabajadores jóvenes, donde se alcanza que siete de cada diez de este tipo de empleados, lo es con un contrato de este tipo, (y aun hay quien se pregunta porque la independencia de los jóvenes en España se pospone tanto) y como siempre con mas incidencia en mujeres que en hombres.
Lo que en principio se legislo con el afán de poder hacer frente a las situaciones excepcionales que se dan en la empresas, y como solución a la economía sumergida, ha pasado a convertirse en la norma, y lo que es por una norma que genera un gran problema. Aun así nos quedaría buscar la explicación de esta brecha en nuestro hecho diferencial, ya saben, “Spain is diferent” pero quizás es momento de plantearse porque España es diferente siempre hacia lo malo, hacia los mismos y por cuanto tiempo.
Uno de los problemas, según un reciente informe de la Escuela de Negocios ESADE, que nos diferencia del entorno es que somos uno de los países mas avanzados en la temporalidad de nuestros trabajadores logrando que una cuarta parte de los contratos temporales de Europa se concentren es España. Este mal dato se convierte pésimo cuando queremos igualarnos al resto de Europa en otros aspectos. En que cabeza cabe que exista una comparación entre la estabilidad laboral que tiene un trabajador de la Unión Europea y un trabajador de España. En la sociedad actual se oyen planteamientos, sobre que el coste del despido es muy superior a países de nuestro entorno pero no se menciona para nada que la duración de los contratos no es equiparable. Resulta que se plantea una reducción de la indemnización que se le concede al trabajador por un despido injustificado pero no se realiza un seguimiento de porqué en España existe una alta temporalidad de los contratos, sin derecho a indemnización a su finalización y eso si, con sus preceptivos periodos de prueba, es decir, de que me sirve a mi que me indemnicen con cuarenta días por año trabajado si mis contratos van a ser una consecución de mini-contratos trimestrales.
Esta alta rotación en la contratación se agrava si en el mismo estudio nos indican que España representa tan solo el 10% de contratos en la U.E. y si encima esta temporalidad se centra en los trabajadores jóvenes, donde se alcanza que siete de cada diez de este tipo de empleados, lo es con un contrato de este tipo, (y aun hay quien se pregunta porque la independencia de los jóvenes en España se pospone tanto) y como siempre con mas incidencia en mujeres que en hombres.
Lo que en principio se legislo con el afán de poder hacer frente a las situaciones excepcionales que se dan en la empresas, y como solución a la economía sumergida, ha pasado a convertirse en la norma, y lo que es por una norma que genera un gran problema. Aun así nos quedaría buscar la explicación de esta brecha en nuestro hecho diferencial, ya saben, “Spain is diferent” pero quizás es momento de plantearse porque España es diferente siempre hacia lo malo, hacia los mismos y por cuanto tiempo.
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